11/08/2009 02:43:00 p. m.

Una golondrina no hace el verano

El 2 de noviembre apareció en El correo ilustrado de La Jornada una carta de un trabajador del Instituto Mexicano del Petróleo (IMP), felicitando a la comunidad universitaria de la UNAM por la distinción de haber recibido el premio Príncipe de Asturias 2009 de comunicación y humanidades.
IMP felicita y apoya a la UNAM
(http://www.jornada.unam.mx/2009/11/02/index.php?section=correo).

Esto me recordó la valiosa aportación que hizo, no sólo la UNAM, sino el IPN y la UAM para la creación y desarrollo de este tan importante Instituto de investigación, hoy lamentablemente desmantelado por las manos tecnócratas neoliberales y con el único fin de entregar lo que queda del patrimonio nacional a intereses extranjeros. Recordé que en agosto de 1965 y por iniciativa del entonces director de PEMEX el Licenciado Jesús Reyes Heroles (un mexicano que dedicó su vida profesional al servicio público y que murió repentinamente ocupando el cargo de secretario de educación pública y al morir donó su residencia de Coyoacán, como “casa de cultura”), se creó el IMP con el propósito de desarrollar tecnología relacionada con el petróleo (investigación científica, desarrollo de disciplinas de investigación, formación de investigadores, difusión y aplicación de desarrollos a la industria). Se creó también una Subdirección de capacitación para la especialización y desarrollo del personal de Pemex.

Muestra de la prioridad y relevancia de este proyecto fue la designación como director del Ingeniero Javier Barros Sierra, ex secretario de obras públicas y ex director de la Facultad de Ingeniería y quién unos meses después llegara a ser uno de los mejores rectores de la mejor universidad de latinoamérica, la UNAM. La dirección del IMP quedó en manos de otro notable ingeniero, también ex director de la F.I., Antonio Dovalí Jaime, que promovió la extensión de la investigación petrolera creando representaciones en Tampico, Salamanca, Poza Rica y Coatzacoalcos. Luego fue director el Ingeniero Bruno Mascanzoni, promotor del desarrollo científico y tecnológico en diversas áreas de la industria. Fue en esa época que el Instituto obtuvo patentes; comercialización de investigaciones y desarrollo de proyectos mancomunados con empresas extranjeras.

De 1978 a 1982 (mejor período de la industria mexicana, ya que se descubren los yacimientos de la Sonda de Campeche), se hace cargo de la dirección el Ingeniero Agustín Straffon y se incrementa la investigación para el desarrollo de operaciones de exploración, perforación y explotación en la zona marina del Golfo de México y algo muy importante y de gran actualidad, “se define a la petroquímica y a la refinación como dos áreas estratégicas para la exportación de crudo procesado”. De 1988 a 1992 el Ingeniero Fernando Manzanilla –último director del IMP con ideas y propósitos afines al proyecto original-, reestructura las actividades de investigación creando una Subdirección de investigación científica aplicada.

Durante el sexenio de Salinas, como ocurrió con el país se inicia la debacle del IMP. Petróleos Mexicanos se divide –“por línea de negocios”- en cuatro organismos; Exploración y Producción, Refinación, Gas y Petroquímica Básica y Petroquímica. También el IMP sufre una drástica transformación que altera sus objetivos y funciones para convertirlo en un área de apoyo administrativo para Pemex. Es nombrado como director Víctor Manuel Alcérreca quién con una línea neoliberal y privatizadora impulsa las “áreas estratégicas” de administración para mejorar su “posición financiera”, y crea una organización “basada en unidades de negocio”.

Es así cómo en 1994 los tecnócratas salinistas transforman el Instituto en una infraestructura de servicios “técnicos especializados” para “apoyar” el desarrollo de proyectos otorgados a terceros, siendo Francisco Barnés de Castro, efímero ex rector de la UNAM a la que también quiso privatizar, el designado para aniquilar definitivamente a ese Instituto, que paradójicamente tuvo como primer director a uno de los mejores rectores de la UNAM.

Según se lee en sus “logros”, Barnés “promovió el mejoramiento de los recursos humanos… nuevas metodologías de trabajo para ayudar a fortalecer la posición competitiva de Pemex”. Vino después Gustavo Chapela con la misma línea y adquirió e implantó el SAP R/3 (sistema de cómputo para automatizar procesos que cuesta millones de dólares y que paulatinamente desocupa personal en forma masiva), con el propósito de “impulsar una nueva forma de trabajo que agilice los trámites administrativos y de gestión”.

Y con la desfachatez con que mienten estos cínicos tecnócratas salinistas, José Antono Cevallos y Héber Cinco Ley, anterior y actual directores del instituto, respectivamente salen a decir que su objetivo es: “reafirmar los principios que le dieron origen y retomar su vocación……..de seguir siendo un centro público de investigación concebido para generar tecnología propia, que le agregue valor a Pemex y le permita tener ventaja”

Y aunque “una golondrina no hace el verano”, ¡Qué bueno que un trabajador del IMP esté consciente y preocupado por el desprecio de la derecha por invertir en ciencia, tecnología y la educación pública!, pero desgraciadamente no puedo evitar el deseo de preguntar:

¿Dónde estaban los trabajadores y el sindicato del IMP cuando éste empezó a ser desmantelado?, y ¿donde estuvieron mientras se gestaba una reforma privatizadora de Pemex? y ¿Dónde están ahora que se privatiza la industria eléctrica?, ¿y donde estaban cuando Andrés Manuel López Obrador, siendo candidato a la presidencia de la República, entre sus propuestas del Proyecto Alternativo de Nación propuso reactivar el sector energético?:

“6.- La modernización del sector energético demanda fortalecer los centros de investigación con miras al desarrollo tecnológico de las industrias. Es fundamental el apoyo al Instituto Mexicano del Petróleo (IMP), y destinar recursos para contar con la tecnología más avanzada en esta materia.
El reforzamiento en la investigación científica y la formación plena de recursos humanos permitiría aminorar la dependencia que aún se tiene de conocimientos y asistencia tecnológica extranjeros. Es lógico que, si debemos otorgar prioridad a la modernización del sector energético, la política nacional de investigación y desarrollo tecnológico debe privilegiar a este sector.” Andrés M. López Obrador.

Desgraciadamente, por lo que he visto también en Pemex, creo que la respuesta sería la misma, que se tragaron lo del “peligro para México” y lo de “que le dijo chachalaca” y dudo mucho que se hayan enterado del proyecto de AMLO.

¡Viva el SME!

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