6/26/2010 09:51:00 a. m.

El abandono de la función del Estado como promotor del desarrollo ha originado, entre otras calamidades, la falta de crecimiento económico(*)




Por Hasardevi

(*) López Obrador, Andrés Manuel, La Mafia que se Adueñó de México... y el 2012, pág. 63

El presidente legítimo de México dice también en el mismo libro:

"...los ideólogos de la derecha... divulgaron y convirtieron en dogma criterios tan absurdos como la supremacía del mercado; la desregulación de la economía y del sistema financiero; la utilización del Estado sólo para proteger y rescatar a las minorías privilegiadas y, desde luego, proclamaron que la privatización era la panacea. (...) que se debían cobrar menos impuestos a las corporaciones y más a los consumidores; que eran más eficientes y honestos los administradores privados que los públicos; que debía predominar lo económico sobre lo político y lo social..."

Si entendemos la "regulación" de la economía de manera muy amplia como: "un conjunto de acciones gubernamentales para controlar los precios, ventas y decisiones de producción de las empresas, como un esfuerzo para prevenir que las empresas privadas tomen decisiones que podrían afectar el bienestar de los consumidores y del interés público." La "desregulación" es, entonces: eliminar los controles gubernamentales, que son vistos como "trabas" para la "libre competencia del mercado"; esto incluye desde luego liberación de precios y "flexibilización laboral" que no es otra cosa que dar prerrogativas a los contratantes de fuerza laboral y dejar cada vez más indefensos a los trabajadores.

Andrés Manuel López Obrador menciona los años setenta como el comienzo de la gestación de las crisis que hemos venido sufriendo en el país, y en efecto, hay toda una campaña, un movimiento de desregulación -que comenzó en los últimos años de la década de los 70 a nivel mundial se puede decir- para reducir las regulaciones gubernamentales que controlaban los precios, entre otras cosas.

Con el término “desregulación económica” se alude al cambio en la forma de control que realiza el Estado a las empresas. El Estado controla o regula "menos" y de una manera más "libre", es decir, deja (laissez faire, laissez passer -"dejad hacer, dejad pasar") que los empresarios se guíen de acuerdo con los beneficios económicos que recibirán al producir bienes y servicios. Algunos de los elementos que se aplican para posibilitar la desregulación son los siguientes:


- Eliminación de algunos subsidios o beneficios económicos.

- Menor atención a los problemas ambientales y a la calidad de los productos que se consumen.

- Privatizaciones que apuntan a “achicar al Estado”. Se vende al capital privado, nacional y extranjero, las empresas que manejaba el Estado. Canales de televisión, radios, ferrocarriles, transporte marítimo, transporte aéreo de pasajeros, teléfonos, gas, electricidad, servicio de agua potable y la empresa nacional de explotación de petróleo, entre otras, fueron vendidas en pocos años en los Estados Unidos como un proceso drástico de “desregulación” .


¿Suena conocido? En México ¿cuánto falta para alcanzar la “meta”?


En ese proceso desregulador, el Estado se compromete a controlar a las nuevas empresas privatizadas con ciertos “entes reguladores” en los EUA, mismos que no en todos los casos fueron exitosos y que muchas veces intervinieron a favor de los nuevos propietarios y no de los usuarios-clientes. Aquí en México podríamos hablar de la situación cuando se “nacionalizó” la Banca, posteriormente se les pagó a sus dueños enormes sumas; después, se les devolvió la Banca pero ellos no devolvieron el dinero... y finalmente los que han sido más afectados, desde luego, son los usuarios, es decir la mayoría de la gente. Y ¿los “entes reguladores”?


Uno de los puntos en que se ha estado insistiendo en el país para llevar a cabo el paquete completo de desregulación es el de la La flexibilización laboral.

Se ha buscado cambiar la ley federal del trabajo en México con objeto de dar un marco legal a lo que ya está operando desde hace tiempo en detrimento del asalariado, porque dicha fle­xibilización ya funciona en muchos lugares. Disminución de salarios, desa­parición del aguinaldo, imposibilidad del trabajador de elegir la fecha de sus vacaciones, duración de la jornada de trabajo de más de diez horas y ser des­pedido sin cobrar indemnización son algunos de los cambios que se pro­dujeron en la forma de contratación de los trabajadores.

El gobierno sostiene que la flexibilización es necesaria para que aumenten los puestos de trabajo, ya que contratar trabajadores en estas condiciones es más "fácil". No obstan­te, la desocupación ha aumentado drástica y sostenidamente desde hace tiempo. Lo que casi nadie pone en duda es que la flexibilización laboral beneficia económicamente a los empresarios porque reduce los costos.

* * *

Desregulación y neoliberalismo, van de la mano en la ecuación; El gobierno de la primera ministra inglesa, Margaret Thatcher (1979-1990), se considera el modelo más puro de neoliberalismo.


Thatcher controló la emisión monetaria, disminuyó drásticamente los impuestos sobre las ganancias y sobre los sectores de más altos ingresos, aplastó importantes huelgas e impuso una nueva legislación antisindical. Además, recortó los gastos sociales y emprendió amplios programas de pri­vatizaciones de las empresas estatales de acero, petróleo, gas, electricidad y agua. Como consecuencia de esta política neoliberal, millones de personas perdieron sus empleos. En el resto de los países europeos, si bien se impusieron modificaciones en la política impositiva, no hubo grandes recortes en los gastos sociales y se evitaron enfrentamientos con los sindicatos. En Estados Unidos, el neoliberalismo tuvo características distintas. Reagan también redujo los impuestos en favor de los ricos y aplastó las huelgas; los gastos estatales destinados a la "carrera armamentista" aumentaron mucho más que en cualquier otro período de la historia.”


¿Algún parecido con la realidad mexicana?


* * *

AMLO continúa diciendo en el libro de referencia y lectura obligada para entender lo que ocurre en esta realidad mexicana:


"Ocupados en el pillaje, a los integrantes de la oligarquía y a sus técnicos y políticos, lo que menos les ha importado es el destino de México. Con la coartada de que la mano invisible del mercado conduciría la economía, dejaron de promover el bienestar del pueblo y el progreso del país."
Y, al leer esto en artículo publicado en el diario francés l’Humanité, encuentro relación con lo expresado por el presidente López Obrador:


“Reducir el importe de los gastos sociales, implica un aumento de la pobreza en el país. En economía, ¡pocas relaciones causa efecto son tan claras como ésta !

Y, por supuesto, la crisis actual va a agravar considerablemente la situación. La prioridad del gobierno parece ser ayudar ante todo a las empresas, a través principalmente de las exoneraciones de las cotizaciones sociales, y no a los ciudadanos de a pie. Sin duda, el Estado social tiene defectos, pero sigue siendo innegable, a pesar de los ataques de que es objeto actualmente, que es el factor más importante de reducción de las desigualdades.”
(...)
Ahora bien, ¡las sociedades privatizadas no proporcionan un servicio más barato !

Aquí la nota completa:


Los servicios públicos reducen las desigualdades

Translated mercredi 23 juin 2010, par J.A. Pina

Cuando se compara en el conjunto de países desarrollados la proporción de pobres entre la población y el cómputo de los gastos sociales en la riqueza nacional, el resultado es fascinante.

Se observa que cuanto menores son estos gastos, mayor es la proporción de personas pobres. En los Estados Unidos, por ejemplo, los gastos sociales no representan prácticamente nada, resultado, la pobreza afecta alrededor del 20 al 25%de los niños. En el lado opuesto, en los países escandinavos, con un 15% de gastos sociales, la proporción de niños pobres baja al 5%. Francia se sitúa en un nivel intermedio y sabemos que, sin gastos sociales, habría sin duda dos veces más de personas pobres. Reducir el montante de los gastos sociales, implica por tanto un aumento de la pobreza en el país. En economía, ¡pocas relaciones causa efecto son tan claras como ésta !

Y, por supuesto, la crisis actual va a agravar considerablemente la situación. La prioridad del gobierno parece ser ayudar ante todo a las empresas, a través principalmente de las exoneraciones de las cotizaciones sociales, y no a los ciudadanos de a pie. Sin duda, el Estado social tiene defectos, pero sigue siendo innegable, a pesar de los ataques de que es objeto actualmente, que es el factor más importante de reducción de las desigualdades. Un reciente informe del INSEE* concluía además que los servicios públicos de sanidad, educación y la vivienda contribuyen dos veces más que las transferencias monetarias, es decir el pago de prestaciones sociales, a la reducción del nivel de desigualdades.

Los servicios públicos son en definitiva el patrimonio de los que no tienen ninguno. Con el desarrollo de las subcontrataciones, de las privatizaciones y de las transferencias a las administraciones locales, el perímetro de estos servicios no cesa de disminuir, so pretexto de hacer economías. Ahora bien, ¡las sociedades privatizadas no proporcionan un servicio más barato ! Cuando se pasa de un servicio público dirigido a todos de una manera igualitaria a un sistema privado donde cada uno se lo costea en función de su poder adquisitivo se desemboca siempre en una sociedad de varias velocidades. ¿Este movimiento es irreversible ? No necesariamente. Lo vemos en la actualidad, por ejemplo, cuando algunos municipios recuperan la concesión municipal del servicio público del agua. Hay que reflexionar en la recuperación del conjunto de regalos hechos a los más ricos, porque la idea de que las arcas están vacías es aberrante. De hecho, por ideología, el poder público cada vez más opta por la impotencia pública.


Blogger YoConAMLO dijo...

Cierto Hasardevi, me parece tan falsa esa "desregulación" que pregonan los tecnócratas neoliberales, como ellos mismos. Sí, falsa porque no es que estén en contra de que haya regulación por parte del Estado, son ellos quienes pretenden “regular” el mercado y a las instituciones del Estado.
Para “regular” al Estado, -o lo poco que queda de él-, lo han desmantelado; deliberadamente han colocado en la dirección de sus instituciones a ineptos incondicionales de la oligarquía, cuya “misión” es poner los recursos públicos en manos de “asesores certificados” que hacen “reingenierías” e imponen “las mejores prácticas” con base en leyes ajenas. Tal es el caso de la ley SOX, de EEUU, la cual surgió a partir de un fraude en EEUU de una empresa privada y forma parte de la “vigilancia” y control financiero de los recursos públicos para su beneficio.
Lo mismo ocurre con el “mercado” en el cual, -según ellos- “no debe haber regulación”. Pero obviamente porque no les conviene que haya control de precios, pues son ellos quienes los imponen.
Y como lo hace el Presidente Legítimo que utiliza sus mismos términos para demostrarles que están equivocados, por ejemplo, un país productor de petróleo como México podría ofrecer precios “competitivos” y tener buenas ganancias exportando crudo, pero no es así porque ellos fijan los precios y las “políticas” del mercado.
Lamentablemente esto también ocurre con productos que supuestamente deberían estar al alcance de casi cualquier mexicano.
Por ejemplo, ¿Cómo es posible que en México, lo mismo que en Nueva York o Paris, en la zona de comida “rápida” de una plaza comercial (monumento a la globalización), un plato de pozole, una quesadilla, unos tacos o un vaso de agua de horchata cuesten lo mismo o más que una hamburguesa de cadena gringa o que una pizza o un refresco embotellado?. La respuesta es sencilla, “gracias” a la globalización y al mercado “libre”.

1 comentarios:

YoConAMLO dijo...

Cierto Hasardevi, me parece tan falsa esa "desregulación" que pregonan los tecnócratas neoliberales, como ellos mismos. Sí, falsa porque no es que estén en contra de que haya regulación por parte del Estado, son ellos quienes pretenden “regular” el mercado y a las instituciones del Estado.
Para “regular” al Estado, -o lo poco que queda de él-, lo han desmantelado; deliberadamente han colocado en la dirección de sus instituciones a ineptos incondicionales de la oligarquía, cuya “misión” es poner los recursos públicos en manos de “asesores certificados” que hacen “reingenierías” e imponen “las mejores prácticas” con base en leyes ajenas. Tal es el caso de la ley SOX, de EEUU, la cual surgió a partir de un fraude en EEUU de una empresa privada y forma parte de la “vigilancia” y control financiero de los recursos públicos para su beneficio.
Lo mismo ocurre con el “mercado” en el cual, -según ellos- “no debe haber regulación”. Pero obviamente porque no les conviene que haya control de precios, pues son ellos quienes los imponen.
Y como lo hace el Presidente Legítimo que utiliza sus mismos términos para demostrarles que están equivocados, por ejemplo, un país productor de petróleo como México podría ofrecer precios “competitivos” y tener buenas ganancias exportando crudo, pero no es así porque ellos fijan los precios y las “políticas” del mercado.
Lamentablemente esto también ocurre con productos que supuestamente deberían estar al alcance de casi cualquier mexicano.
Por ejemplo, ¿Cómo es posible que en México, lo mismo que en Nueva York o Paris, en la zona de comida “rápida” de una plaza comercial (monumento a la globalización), un plato de pozole, una quesadilla, unos tacos o un vaso de agua de horchata cuesten lo mismo o más que una hamburguesa de cadena gringa o que una pizza o un refresco embotellado?. La respuesta es sencilla, “gracias” a la globalización y al mercado “libre”.